Lorena Cabrerizo | Desde hace una semana, los paros en la fábrica de Cuétara situada en la localidad madrileña de Villarejo de Salvanés, se suman a los de otros sectores que se han levantado para reivindicar la mejora sus condiciones laborales.

Ubicada en el número 1 de la avenida Hermanos Gómez-Cuétara, la actividad galletera de esta familia inició en México en los años 20 del siglo pasado. Posteriormente, en 1951, volvieron a su lugar de origen, Cantabria, para inaugurar la primera de sus fábricas en Reinosa, introduciéndose en el mercado español y peleando por conseguir las mismas cuotas en la compra de harina y azúcar que tenían asignados otros fabricantes más asentados como Fontaneda o Artiach, esta última hoy marca hermana de Cuétara. Una larga historia que atravesó por muchas estrategias de alianzas y divisiones de capital, propias de las empresas familiares, y que acabó finalmente por ser parte del conglomerado Adam Food en 2015, originalmente grupo Nutrexpa.

Desde que en 2014 se firmara la prórroga del convenio colectivo del sector ante la ausencia de uno nuevo que supliera al anterior (la llamada ultraactividad), lo cual les hubiera dejado aún más desprotegidos, las condiciones laborales lejos de mejorar han ido empeorando. Con una plantilla de 400 trabajadores, de los que alrededor del 80% son mujeres, ostentan un porcentaje de trabajadores contratados por ETT cercano al 25%, y cuya agencia opera desde la misma fábrica. Tal y como nos informan desde los representantes sindicales con presencia mayoritaria de CCOO, las reivindicaciones que se exigen desde la planta madrileña son tan mínimas que la situación de paros parece desmesurada. Una huelga que, de no atenderse estas demandas, continuará la semana que viene.

La mejoras en las condiciones que reclaman los y las trabajadoras se sintetizan en: una subida salarial del 2,5 de implantación progresiva y carácter retroactivo, dado que además la actualización salarial estaba congelada desde el 2014; disponer de las horas necesarias, y sin que éstas computen como absentismo (práctica actual) para acudir al médico especialista aunque la cita coincida con el turno; reducción de la jornada acorde al resto del sector (trabajan en torno a 50 horas más al año); igual trabajo, igual salario entre aquellos que fueron contratados después de la prórroga del convenio; un máximo del 10% de contratación temporal, y ajustes relacionados con la distribución irregular de la jornada (término aplicado para actividades que conllevan turnos rotativos) en lo referente a los turnos de noche, ya que si bien se están respetando los días máximos afectados que establece la reforma laboral, 22, no se están pagando acorde a su tarifa, aludiendo por parte de la empresa a su condición de excepcionalidad a pesar de figurar en el calendario laboral.

Como colofón, nos hablan de la “lotería de Cuétara”, una forma irónica de referirse a los despidos que se producen cada año en diciembre, en el mismo día que el histórico sorteo. Y es que, como ellos mismos señalan, parece una broma macabra de la dirección que el premio a un año de esfuerzo pueda ser quedarte sin trabajo. Como tantas personas que están siendo victimas de la última reforma laboral, una de las más dañinas de la historia democrática de nuestro país. Se hace necesario, por tanto, no sólo derogarla de manera inmediata, sino echarla abajo como fruto de la presión de las distintas luchas laborales, para que la nueva norma incorpore de pleno la voz de la clase trabajadora.

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