Navarrete del Rio, Teruel, febrero de 1947. Barcelona, 8 de septiembre de2017.

Conocí a Antonio durante su servicio militar en Tenerife en 1971.

Hacía poco que había participado en la ocupación del Rectorado de la Universidad en Barcelona. Fue detenido, procesado por el Tribunal de Orden Público. Pendiente de juicio, se le retiró la prórroga del servicio militar y le obligaron a incorporarse en Tenerife.

No conocía a nadie en Canarias. Tuvo la idea de silbar La Internacional mientras hacía fila para el comedor y las duchas, en cualquier parte, hasta que otro recluta se dirigió a él. De esa manera entró en contacto con soldados que militaban en el Partido Comunista.

Algunos miembros del PCE nos ocupábamos de mantener la relación con los compañeros que estaban en filas. Así nos conocimos.

Durante el tiempo que pasó allá forjamos una amistad que, a pesar de la distancia, de los esporádicos encuentros y las más frecuentes conversaciones telefónicas, se mantuvo inconmovible. Siempre que me trasladaba a Barcelona procuraba encontrarme con él. Muchas noches pasé en su casa, en conversaciones que terminaban cuando el sueño nos vencía. Le vi por última vez el pasado día 3. Habría querido cumplir la promesa de visitarlo de nuevo a principios de octubre.

En su juventud Antonio militó en el Partido Obrero Revolucionario (trotskista), de orientación posadista. Era la primera organización que se proclamaba así en el Estado español. Propagandista sin descanso, debatía con nosotros sobre el estalinismo y el programa del PCE. Tuvo la suerte de que sus interlocutores fuéramos mi hermano José Manuel y yo, fuertemente críticos con la línea del PCE.

Cuando regresó a Barcelona abandonó sus estudios y empezó a trabajar en una subcontrata de SEAT, en Zona Franca. Se incorporó a CC.OO. en la clandestinidad. Legalizada la actividad sindical, fue miembro de la Sección Sindical de CC.OO., delegado y miembro del Comité de Empresa. Rompió años más tarde con la dirección de CC.OO. por los incumplimientos del aparato en relación a los acuerdos de asamblea para negociación colectiva.
Luego se afilió a la CGT, donde contribuyó a su consolidación y crecimiento. Al cabo de unos años se separó por lo que consideraba actuaciones sectarias.

Participó siempre en la lucha sindical, pero no solo en ella. Era plenamente consciente de que la lucha sindical habría de acompañarse con otras, en un trabajo de construcción de movimiento organizado, de articulación de programa, en lucha por la transformación social.

Tuvo una activa participación en la campaña por el referéndum de la OTAN, en 1986. Estuvo en los encierros de los “sin papeles” reclamando el reconocimiento de derechos a los inmigrantes. En Aturem la guerra trabajó con denuedo por impedir la agresión a Irak.

En los últimos años participó en el 15-M, en las Marchas por la Dignidad, en Podemos. Contempló su nacimiento con alegría, con la esperanza de que se convirtiese en el referente político- electoral de la izquierda, arrebatando al PSOE su carácter de representante de las capas populares.

Estoy convencido de que habría participado en el referendum del 1-O y que, sin dudarlo, su voto sería Sí. No tenía dudas sobre que la victoria del Si sería decisiva para acabar con el Régimen del 78, para promover proceso/s constituyente/s con lo que se abriría paso la democracia radical y a la transformación social en beneficio de la mayoría.

Era profundamente coherente, tenaz y perseverante. Nunca se desmoralizaba. Su aspecto físico, de complexión robusta, transmitía firmeza y confianza.

Coincidimos en la militancia en la LCR, en IU. Luego participó en Revolta Global. Más tarde, en Podemos. Nunca nos pusimos previamente de acuerdo, aunque compartimos opciones en muchas ocasiones. A pesar de las enfermedades que le aquejaron en estos últimos años siempre estaba dispuesto a participar, a acompaña en la lucha.

En febrero pasado le detectaron un cáncer. A pesar de la rápida operación, de los tratamientos, de su voluntad de vivir, de los cuidados que Carmen Murias, su compañera de toda le prodigó con ternura, no ha podido continuar con nosotros.

Nos deja el recuerdo de su militancia, de su dignidad insobornable, de su valor y abnegación.

Reclamamos la herencia. La necesitamos.

En Barcelona, Onze de Setembre de 2017.

Domingo Méndez Rodríguez, militante de Anticapitalistas Canarias.

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