Cristóbal López Pazos | “Mi abuelo trajo la muerte a nuestra casa, carretas y carretas de muerte esparcidas por los caminos. Él murió de cáncer, mi madre le siguió y yo he parido un hijo medio muerto. Ni siquiera puedo escapar esta casa, a quien le vendo este montón de veneno. Sola, sin trabajo, cansada, atada a esta casa, a este pozo.”

El lindano era el principio activo de buena parte de los insecticidas que se comercializaron durante más de tres décadas hasta finales de los setenta cuando se prohíbe su uso agrícola por ser cancerígeno.

No hay peor veneno que la conjunción de la ignorancia de muchos y la avaricia de unos pocos. La dirección de la compañía Zeltia, con sede en O Porriño y fabricante de lindano entre 1948 y 1964, dejó que sus propios trabajadores le sacasen de las manos este producto cancerígeno llevándose de aguinaldo un futuro envenenado.

Más de medio siglo después, fortuitamente unas obras de saneamiento en Torneiros (O Porriño) descubrieron la herencia maldita, más de mil toneladas de residuos cristalizados que, en la creencia de que se trataba de materiales inertes, fueron empleados como grava en caminos particulares y firme bajo el asfalto de carreteras. Estos vertidos van contaminando lenta pero persistentemente los acuíferos de la zona agravando el envenenamiento ya que en esta parroquia rural una gran parte de las viviendas son unifamiliares que se abastecen de agua bien con un pozo particular o a través de pequeñas comunidades de agua. O propio río Louro que da nombre a esta comarca de la Louriña rebasa todos los límites permitidos por contaminación de lindano.

También llamado «caolín» no sólo lo encontramos en los vertidos industriales, además está esparcido por multitud de casas agrícolas cuyos dueños lo usaron como firme para “asfaltar” los caminos de acceso a mitad del siglo pasado.

La consciencia colectiva de este lento envenenamiento había tenido un leve despertar en 1996 cuando vecinos y vecinas de la parroquia de Torneiros denunciaban que vivían en un polvorín químico soportando a diario un persistente olor a insecticida. Sus viviendas de protección oficial habían sido construidas en 1975 en los terrenos donde Zeltia vertía los residuos del lindano, sin una descontaminación adecuada de la zona. Con una operación de control de los vertidos meramente cosmética el gobierno local junto con el autonómico volvieron a soterrar la consciencia junto con el veneno. Un parque infantil y una pista deportiva maquillaron los terrenos contaminados.

Igual hubiera sucedido esta vez, la alarma social generada hubiera sido sofocada de nuevo si no hubiera mediado la marea municipal de O Porriño. Su implicación está impidiendo que las autoridades echen tierra al asunto con su sempiterna dosis de promesas para los mansos y descalificaciones para los rebeldes. La actuación de EU SON Porriño se está desarrollando tanto en la calle, organizando diversas asambleas informativas para el vecindario como en las instituciones, demandando soluciones y exigiendo responsabilidades en el consistorio donde tienen representación y en el Parlamento Gallego con la colaboración En Marea.

Las asambleas informativas realizadas por EU SON Porriño están teniendo una altísima participación del vecindario afectado. Ahora están promoviendo la creación de una plataforma de afectadas/os que se autoorganice y lidere la movilización. Dentro de la campaña de difusión de la situación han grabado este breve documental para conocer la situación: Documental: «Crónica den envelenamento».

Imprescindible mantener la presión mediática a través de la movilización popular constante para que los planes de análisis y posterior descontaminación de los terrenos afectados anunciados por la Xunta de Galicia no queden otra vez en agua de borrajas.

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