Cristóbal López Pazo | Si algún sector público ha sido horadado por el mercantilismo privado, ese es el conglomerado público de la Sanidad. Los consecutivos gobiernos neoliberales han convertido en un gruyére la construcción social más importante de la sociedad española.

Cada comunidad autónoma ha dispuesto su particular plan para privatizar la Sanidad, quizás el madrileño o el valenciano son los casos más ostentosos de privatización pero sin duda el de más alcance ha sido el impulsado por el gobierno autonómico de Feijóo en Galicia.

El plan de penetración de lo privado en la “Sanidade” desarrollada por el Partido Popular no consiste en grandes contratos de externalización de la atención médica sino en un sibilino pero constante horadar que ha logrado que la ciudadanía desconozca lo agujereado.

Buena parte de la sociedad piensa que la bata blanca sigue siendo pública aunque haya derivaciones masivas a los hospitales privados estas siempre son justificadas como alivio a las crecientes listas de espera, unas listas que no cesan de incrementarse debido a la paulatina reducción de personal sanitario en la Sanidad Pública.

Pero lo que hay detrás de la bata blanca en la Sanidad gallega está infestado de contratos con empresas privadas que van mucho más allá de la limpieza, lavandería, cocinas o mantenimiento de los centros de salud o hospitales. No hablamos de contratos menores cuando nos referimos al Laboratorio Central de Galicia, adjudicado a Unilabs; la historia clínica electrónica, que ahora gestiona Indra; las telecomunicaciones del Servicio Gallego de Salud de Galicia (SERGAS), del que se encarga Telefónica; la Plataforma Electrónica y el teléfono de cita previa, encomendados a Netaccede; así como el Servicio de Suministros y Logística, tramitado por Severiano Servicio Móvil; el mantenimiento de equipos sanitarios, diligenciado por Ibérica de Mantenimiento SANA; y las contrataciones del SERGAS, de las que se ocupa Plataforma Electrónica Vortal Connecting Bussines, participada por Microsoft, Telefónica e Indra.

Pero la gran puesta en escena del modelo de colaboración Público-Privada fue la construcción y gestión del nuevo hospital de Vigo (Álvaro Cunqueiro) con un sobrecoste del centro, que pasó de 450 a 1750 millones, asumido por el erario público sin que esto acarreara mejoras, ya que se rebajaron el número de camas, los quirófanos, o la superficie de Urgencias y los servicios de radiología.

Este binomio público-privado ensayado por el Partido Popular para el Hospital Álvaro Cunqueiro fue altamente contestado en la área sanitaria de Vigo con manifestaciones históricas por la alta participación de la ciudadanía. Para contrarrestar esta alarma social, la administración autonómica ha utilizado todos los resortes para vender una imagen de normalidad para este macro centro hospitalario, desde campañas de prensa hasta purgas del personal médico más contestatario. Un relato de normalidad que no ha calado del todo entre una ciudadanía muy sensible a cualquier noticia que dejara patente la excepcionalidad de este hospital que ha sido un hervidero de movilizaciones desde su reciente puesta en funcionamiento y casi todas ellas para denunciar como la dirección política privilegia a los gestores privados en detrimento de lo público.

El último conflicto lo están protagonizando las TCAEs, auxiliares de enfermería, que hartas de ser las mulas de carga vieron como su demanda de incrementar la plantilla fue respondida por la Dirección del hospital con un NO y a renglón seguido con el aumento de las tareas diarias asumiendo cargas de trabajo que claramente correspondían a la empresa privada concesionaria de la gerencia del hospital.

El detonante de las movilizaciones fue la orden a las TCAEs de asumir la tarea de trasladar las bolsas de ropa sucia de los pacientes cuando las auxiliares de enfermería ya están desbordadas al ser obligadas a desempeñar labores también impropias como la de camareras. La administración quiere poner el acento sobre la desobediencia de las TCAEs presentándolo como un hecho puntual y que la negativa a recoger dichas bolsas es fruto sólo de esa ociosidad enfermiza arraigada en el funcionariado que tan interesadamente han instaurado en el imaginario popular.

Por supuesto, no ha faltado la aplicación de la consabida receta de apertura masiva de expedientes disciplinarios en un vano intento de desarticular las movilizaciones y del uso de las fuerzas policiales para invisibilizar las protestas retirando pancartas y carteles de la fachada del hospital.

Pero estas bravas mujeres no se van a amedrentar porque saben que son, ante el letargo sociopolítico provocado por el canto de sirenas mediático, la primera y única barricada contra el expolio del bien común.

Vídeo de una jornada de protestas con la participación de Paula Quinteiro, militante de Anticapitalistas Galiza e deputada de En Marea en el Parlamento Gallego.

 

Cristóbal López Pazo es militante de Anticapitalistas Galiza y de CGT Galicia.

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