Felipe de la Fuente | A más de 24 horas desde que han salido los resultados de las elecciones presidenciales de Brasil, todavía es pronto para tener respuestas a las preguntas más eminentes. Se necesitará meses o años para poder analizar con precisión la evolución del electorado brasileño. Unas elecciones marcadas por la polarización entre los dos favoritos: Jair Bolsonaro (Extrema derecha PSL) y Fernando Haddad (Izquierda tradicional PT).

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Independientemente de los resultados de la segunda vuelta, el claro ganador de las elecciones es Jair Bolsonaro y su extremismo. Su campaña repleta de polémica y odio al Partido de los Trabajadores, a las mujeres y a las minorías étnicas ha conquistado a las masas de las grandes ciudades del Sureste, Sur y Centro-oeste del país. Regiones donde se concentran la gran parte de la clase media brasileña. Un sector huérfano político que abrazó con pasión el proyecto militarista y fascista de Bolsonaro.

El desafío de Fernando Haddad es grande. En tres semanas, el candidato de izquierda tendrá que conquistar parte del centro. Poco le ayudará el 12% que podrá regalar Ciro Gomes (Centro-Izquierda). Tampoco será suficiente escudarse en su bastión electoral: el Nordeste del país.

El elegido de Lula tiene menos de un mes para luchar con el pasado de su partido y cambiar el discurso para intentar desesperadamente conquistar a la clase media perdida. Tres semanas para hacer autocrítica con la corrupción de su propio partido en los 14 años de poder. 21 días para suplicar a la población una última oportunidad a un proyecto socialdemócrata frente al plan militarista de su oponente.

El éxito de Bolsonaro, se traduce en parte por su imagen de outsider de la política, anti-establishment y defensor de la familia tradicional brasileña. Pero en realidad, el ultra-derechista, lleva 27 años en la política y tiene dos hijos diputados. Además, Bolsonaro ha conseguido representar lo que muchos brasileños buscan cuando se trata del cargo de presidente. Un gran padre que gobernará el país.

Mientras tanto la derecha tradicional (PSDB) se calla y prefiere el consuelo de la imparcialidad. Para ellos la apuesta es clara: apoyar a Bolsonaro y su movimiento retrogrado. Y a su lado, están los mercados y agentes económicos que preparan la fiesta y los fuegos artificiales. A cada subida en las encuestas de su pupilo militar, la moneda brasileña el real sube como se tratase de petardos de festejos.

No todas las cartas están sobre la mesa. Bolsonaro tendrá que exponerse, porque su situación de salud ya no es un comodín (acuchillado el seis de septiembre durante un mitin). Un cara a cara puede debilitar al militar, visto que Haddad es una persona mucho más preparada para discutir cuestiones de fondo que Bolsonaro. Sin embargo, a estas alturas del campeonato, lo pasional supera lo ideológico y como se tratase de un clásico futbolístico, los hinchas difícilmente cambiarán de equipo.

 

Felipe de la Fuente es brasileño y militante anticapitalista.

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