V de Voluntad | He participado en el 8M desde una perspectiva crítico-constructiva en varias comisiones, intentando eliminar una visión eurocéntrica de los feminismos. La lucha anticolonial supone romper los binarismos, liberar la erótica salvaje, desesclavizar el deseo, transgredir la heteronorma desde la horizontal, y la autodeterminación de nuestras identidades, cuerpos y territorios. En el sexo se reflejan todos los ejes de dominación, de ahí la importancia de hacer política sexual.

El lesbianismo en su capa superficial ha tenido en las últimas décadas gran aceptación socialmente gracias a las luchas iniciadas por las trabajadoras sexuales, trans y racializadas en Stonewall, pero la homonormatividad ha querido borrar el reconocimiento a quienes iniciaron esta lucha, precisamente por ser las más transgresoras y organizadas. En Madrid nos expulsó económicamente de Chueca, pasamos a Lavapiés, ahora Vallecas, Villaverde, Usera, Vicálvaro porque esa concepción de la “aceptación social” la toma del capitalismo. A esto debemos sumar una falsa lectura de logros alcanzados, cuando nunca debemos olvidar que los derechos están siempre en disputa, aún más ante el ascenso de la derecha, que combina los valores más conservadores junto con un neoliberalismo cada vez más exacerbado por las necesidades expansivas del capital que arrasa con territorios, pueblos y cuerpos.

Esta normalización ha influido en que en el movimiento feminista, aun habiendo un gran número de bolleras, no se prestase suficiente atención a las reivindicaciones fuera del heterosexismo, por eso este año en Madrid, se ha constituido un bloque bollero en el que participan otras muchas identidades.

Lo que dentro de la sociedad nos lleva a la subalternidad, al silencio, la marginalización, sin derechos y en cuasi-esclavitud, convirtiéndonos en objetos, es una sociedad dormida que se deja tocar el estómago por el fascismo, que sectoriza, divide, que expulsa, veja, encierra y mata, haciendo políticas de muerte.

Poner en cuestionamiento a la monarquía y la iglesia, los modelos de familia, y a un estado que todavía se vanagloria de un 12 de octubre que hay que desmontar por ser un atroz genocidio, que supuso la enarbolación y cristalización de la dictadura del cis-hetero-patriarcado-colonialista-capacitista pero especialmente la dictadura del catolicismo, eso es el abanderamiento tras la rojigualda, la consolidación del modelo de familia tradicional y que nos relega sólo al ámbito reproductivo de nueva fuerza de trabajo. Por tanto, el rechazo a la colonialidad es imprescindible desde el punto de vista de los colectivos lgtbiq+, ya que supuso la conquista hasta de nuestro identidad de género y prácticas sexuales, que hoy arrastramos en cómo nos relacionamos y follamos. Nos imponen la reproducción del ego conquiro, el coitocentrismo, y la perpetuación de las relaciones de poder.

La conquista va desde con quien deseamos compartir parte de nuestra vida, siendo el deseo una construcción social, hasta a qué y cómo construimos las alianzas; Ya que éstas suelen ser superficiales y que te llevan a considerar las reivindicaciones como ajenas. Nada es ajeno, esa idea nos hace más vulnerables como movimiento feminista. La construcción de un sujeto mujeres amplio se hace tomando las reivindicaciones como propias, no con coletillas, pero para eso las disidencias sexuales debemos participar activamente.

No somos las únicas, ni somos las primeras, y tampoco seremos las últimas, pero hemos venido para construir alianzas desde la calle, codo a codo, cada una en su sitio pero a la misma altura.

¡Mil motivos para parar!

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