ARRIMAR PALABRAS
Primero fue la mina quien te hurtó la niñez.
Luego, ya en el campo
los aperos de labranza y el ganado
fueron consumiendo la espiga de tu juventud
Más tarde, la contienda entre hermanos
y la injusticia después
te privaron del derecho a ilustrarte.
Yo conozco el nombre de las letras, me decías,
lo que no sé es arrimarlas para formar palabras.
Aprende, hijo, aprende y, cuando conozcas
el nombre de las letras y aprendas a arrimarlas,
te regalaré un libro para que puedas leérmelo.
Pero te fuiste abuelo, partiste
sin que yo hubiera aprendido a formar tus deseos.
Te marchaste ignorando
que en la piel de mi infancia
dejaste tatuado el más bello poema
que jamás he sentido.