LOS OTROS

Contra la horrible semejanza
de todo
oponemos el cuerpo,
donde aún pasan cosas increíbles.
Contra el orden que duele,
contra la abulia,
contra la corrección insoportable
oponemos el cuerpo, donde
aún
caben la vida entera
y la íntima contradicción
que nos hace crecer a despecho de todo.

Contra todo, este mínimo artefacto de amor.

A la repetición sin alma,
sin límites
de tanta inmensa nada,
a lo masivo,
a su penosa inercia,
nuestro deseo de beber
las aguas
salvajes de los ríos.

Contra esta infame inclinación
a ser lo mismo una y otra vez
para la nada,
para lo mismo,
contra esta sangre inútil y conforme,
la sed, la fe.

Pertenezco a ese número de hombres
–no tan distintos en verdad,
sino tal vez con cierta tendencia a los milagros,
al lujo, al desencanto–
que han hecho del oficio
de libertad su distinción. Los que
huelen en el aire un peligro
y lo celebran.
Los que dicen que no,
que ellos no.
Los que miran con otros ojos
una misma ciudad. Los que
predican una forma oblicua de vivir.

Con qué lujuria
hemos roto las puertas.

Con qué amor hemos recibido
el golpe de los aires en la cara.

Procuramos nadar con elegancia
en el caos de la mediocridad
y hervir en la belleza de un momento único.

Nos enaltece el extrarradio.

No nos rendimos nunca.
Nos debatimos día y noche en la rareza.
Somos los otros.

(Andrés García Cerdán)

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