Democracia Socialista | En el marco de las movilizaciones contra el crimen de odio contra Samuel Muñiz, un joven de 24 años asesinado a golpes a la salida de una disco de La Coruña por su condición de homosexual. Este lunes 5 se llevaron adelante importantes movilizaciones en distintas ciudades del país, la más masiva en Madrid, que fue violentamente reprimida por las fuerzas de seguridad que no quisieron autorizar una sentada pacífica en reclamo de justicia por Samuel. Desde Democracia Socialista, dialogamos sobre el tema con Francis Reina, integrante de Anticapitalistas, nuestra organización hermana en el Estado español.

 

¿Cómo contextualizan desde Anticapitalistas la jornada del 5/07 y la represión desplegada por las autoridades gubernamentales?

Desde la irrupción institucional de la ultraderecha en el Estado español se han agudizado los discursos de odio. La extrema-derecha ha sido capaz, desde entonces, de condicionar el debate público y de inocular aversiones que se consideraban fruto de otro tiempo. Con la colaboración de los medios de comunicación, y debido también a la radicalización de la derecha tradicional y a la ausencia de estrategias antifascistas más allá de lo institucional, los discursos y posicionamientos manifiestamente machistas, LGTBIfóbicos o racistas han experimentado una normalización deplorable. La consecuencia inmediata ha sido la legitimización político-social del odio y, por tanto, el perjuicio de los colectivos sociales más vulnerables.

En ese contexto, las reivindicaciones por el Día del Orgullo LGTBI se antojaban clave en la respuesta a ese clima. La contestación organizada de los colectivos LGTBI pretendía, este año más si cabe, plantar cara a la ultraderecha y volver a reivindicar, conscientes y sin miedo, nuestro derecho a ser y nuestro derecho a existir. La transfobia imperante en los últimos tiempos también ha sido fundamental para entender la masiva organización del colectivo.

A este escenario le tenemos que añadir las reiteradas agresiones que el colectivo LGTBI ha ido sufriendo a lo largo de, precisamente, el mes donde se reivindica el Orgullo de ser LGTBI. Por poner algunos ejemplos, hace una semana agredieron a un chico gay de 17 años en Valencia; diez personas pegaron e insultaron a otra persona en Barcelona por su condición sexual; otro joven fue agredido tan solo un día después en Madrid; un matrimonio homosexual fue atentado en Galicia al grito de “maricones”; un joven de 19 años fue apuñalado hasta en tres ocasiones durante el Orgullo en Madrid; o, por poner otro caso, se denunció en redes que cuatro jóvenes se preguntaban en un vídeo de redes sociales cuántos homosexuales podían matar “con tus propias manos”.

La gota que colmó el vaso fue el asesinato de Samuel. Por las noticias que fuimos conociendo durante el mes del Orgullo y debido al ambiente previo de odio abanderado por la ultraderecha, el colectivo, herido por la situación general, organizó en menos de un día numerosas concentraciones por todo el Estado para visibilizar el hartazgo. Precisamente por el carácter ofensivo y el éxito cuantitativo de las movilizaciones, el aparato represivo del Estado tuvo que actuar. Son conscientes de que estamos hartos, hartas, y que no vamos a ceder ni un paso atrás ante la LGTBIfobia. Cuando el Estado intuye el músculo de los colectivos vulnerables y su potencial revolucionario, despliega la represión. Aun así, no vamos a parar.

 

¿Qué se esconde detrás del crimen de odio a Samuel?

La reacción de un sistema opresor. Lo que ha sucedido con Samuel no es un caso aislado, es una consecuencia del cisheteropatriarcado y su violencia estructural para con la disidencia sexual y de género. Hasta la irrupción de la ultraderecha se pensaba de manera generalizada que el odio hacia las minorías estaba superado, pero con esta agudización de la violencia se comprueba que la LGTBIfobia sólo estaba adormecida, y que anida en el sistema.

Esa violencia estructural no sólo se refleja en las agresiones, también lo hace en otros elementos de la vida cotidiana. Las personas trans sufren un desempleo que roza el 90%. Sigue existiendo LGTBIfobia en los trabajos, y discriminación laboral. Las leyes LGTBI de las distintas comunidades que componen el Estado español no se cumplen íntegramente o directamente están por realizarse. Y se legitima que algunos partidos políticos propongan abiertamente “terapias de conversión” o aniquilación de derechos.

Detrás del asesinato está la violencia estructural y sistemática del sistema que tenemos por objetivo derribar: el cisheteropatriarcado y el capitalismo.

 

En ese contexto, ¿qué desafíos te parece se abren para el movimiento LGBT?

A corto plazo articular una respuesta contundente. Es más que necesario seguir visibilizando nuestro hartazgo ante la LGTBIfobia y tener mecanismos de autodefensa ante los ataques. Hay que asegurar una red de apoyo social, política y psicológica a las víctimas de las agresiones que, por la normalización de determinados discursos antidemocráticos, se seguirán produciendo. A largo plazo conseguir asegurar medidas feministas, LGTBI, de diversidad, respeto y tolerancia a todos los niveles: desde las escuelas hasta las instituciones, pasando por los centros de trabajo y los espacios públicos. Mientras tanto, seguiremos organizando la rabia frente a la LGTBIfobia.

 

Publicado originalmente en https://democraciasocialista.org/notas/el-asesinato-de-samuel-fue-la-gota-que-colmo-el-vaso/

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