Pepe Mejía | Daniel Pereyra (1928-2023), el Gallego, el Ché Pereyra, no se ha ido. Nos acompañará esté donde esté y seguirá alentando nuestras fuerzas, nuestras luchas. Así lo hizo durante toda su vida y estoy convencido que lo seguirá haciendo. Sentiremos su aliento en nuestras nucas. No cejaremos. Militante revolucionario, afable, detallista, humano hasta la médula, firme en sus convicciones con un claro desprecio a las oligarquías, sus castas, sus políticas ecocidas y hambreadoras.

El Ché Pereyra militó en el Grupo Obrero Marxista (GOM), el Partido Obrero Revolucionario (POR), Palabra Obrera (PO), el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), el PRT-el Combatiente y el Grupo Obrero Revolucionario (GOR). En el estado español militó en la Liga Comunista Revolucionaria (LCR-IV Internacional), Izquierda Alternativa, Espacio Alternativo y Anticapitalistas.

El Gallego viajó desde Argentina a Perú, junto a otros compañeros, para apoyar a la embrionaria guerrilla campesina que lideraba Hugo Blanco en el valle de La Convención, Cusco.

El 15 de abril de 1962 ingresaron en el Banco de Crédito de Miraflores y expropiaron una buena cantidad de dinero. Viajaron a Cusco y allí fueron detenidos. Encarcelado en Cusco, fue condenado a cinco años de cárcel y enviado a la isla penal de El Frontón, en el Callao, donde coincidió con Hugo Blanco.

Daniel Pereyra en el juicio que le condenó a cinco años de cárcel.

Conocí al Gallego allá por el año 1978. Yo tenía 23 años y militaba en la LCR. Allí compartimos militancia con un nutrido grupo de exiliados/as latinoamericanos/as. Las reuniones eran clases magistrales de análisis de la coyuntura política en los diversos países de nuestra América. Desde el primer momento, Daniel y Juanita se me ofrecieron, se nos ofrecieron, con afecto, solidaridad y calidez. Siempre el afecto y los cuidados.

Recuerdo que cuando quedaba con ellos la primera que se levantaba era Juanita. Abría sus brazos y con una amplia sonrisa lo primero que hacía era preguntarte: “¿qué tal ché?” “¿cómo vas?” Siempre atentos a nuestras necesidades.

Muchas fueron las conversaciones que mantuve con Daniel. Otras, las compartimos en los grupos de debate. Hablamos sobre los límites del foquismo, el valor de las organizaciones sociales y su autonomía, el papel de los partidos comunistas, la socialdemocracia y el papel de la Internacional Socialista. Y, por supuesto, de Hugo Blanco y la organización de campesinos y campesinas en los sindicatos.

 

El debate con el morenismo

Pero uno de los debates que me marcó mucho políticamente fue el que abordamos sobre el envío de la Brigada Simón Bolívar a la Nicaragua sandinista. El papel del morenismo, y todo lo que supuso ese accionar, devino en un intenso debate en el cual el Ché Pereyra hablaba con convicción y conocimiento de causa. Un debate que me ayudó mucho a deslindar políticamente y a profundizar en mi militancia en la LCR.

También hicimos muchos repasos de la experiencia zapatista que el mismo siguió muy atento, a igual que nuestro compañero y camarada Hugo Blanco.

También compartimos reflexiones sobre la actualidad política en el estado español.

En alguna oportunidad, tuvimos reuniones y reflexiones con Juanita y Lucía González, referente imprescindible en el movimiento feminista. Hablamos de cooperación al desarrollo, el tema del 0’7 y la campaña de la Plataforma 0’7, sus reivindicaciones, acciones y movilizaciones.

Con Daniel también abordamos temas como la autodeterminación de los pueblos, el derecho a decidir, Euskal Herria y Catalunya. Temas, que desde nuestros orígenes, no los teníamos nada currados. Pero los documentos internos de la organización, las lecturas sobre el tema de nuestro compañero Jaime Pastor nos ayudaron a entender y comprender y ser solidarios/as con esas luchas.

Daniel me enseñó a profundizar en ese internacionalismo.

 

Reflexión sobre las organizaciones alzadas en armas

Otra de los temas que tocábamos siempre y de forma permanente era la situación de Perú. Siguió casi a diario la situación de Perú durante los años de plomo. Profundizamos en nuestras reflexiones sobre el accionar del Partido Comunista Peruano “Sendero Luminoso” y del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). Me hacía muchas preguntas y después analizábamos.

Cuando el gobierno de Fujimori me criminalizó, me “terruqueo”, y un tribunal militar “sin rostro” me condenó a 20 años de cárcel, Daniel se me ofreció a salvar mis archivos sobre las organizaciones armadas. Y así fue. Una tarde noche, de forma sigilosa, trasladamos mis archivos a buen recaudo.

Para escribir el libro “Del Moncada a Chiapas. Historia de la lucha armada en América Latina” (Los Libros de la Catarata. 1 Diciembre de 1996) Daniel me pidió que le facilitara información, de primera mano, sobre el MRTA. Envié una comunicación a la dirección de la organización de Víctor Julio Polay, en un país de Europa, y recomendé dar todo el apoyo preciso al Ché. Después de un tiempo, Hugo Blanco me envió un mensaje muy corto, claro y preciso. En un registro de la policía en Lima habían encontrado mi carta. Me recomendaba tomar las medidas oportunas de seguridad. Daniel tomó nota y aprendí a cómo abordar este tipo de situaciones.

Después de la LCR, militamos en Izquierda Alternativa. En esta organización tuvimos una amplia sintonía en los motivos por las cuales nos separamos del Movimiento Comunista (MC).

Posteriormente militamos en Espacio Alternativo. Antecedente de la actual Anticapitalistas, en donde también militamos, recuerdo esta etapa los debates sobre ecología, nuestros encuentros con Ladislao Martínez, nuestro Ladis. Esta parte de nuestras vivencias fue muy importante porque aprendimos abordar temas que para nosotres estaban aún muy lejos. Y Ladis –a igual que otros y otras compas- ayudó mucho en ello.

 

El histórico encuentro de Hugo Blanco con Daniel Pereyra

Texto de Hugo Blanco destacando como «maestro» a Daniel Pereyra.

En esta etapa tuve el privilegio de ser testigo de un gran encuentro. Hugo Blanco y Daniel Pereyra. En Madrid, antes de un acto público. Ambos estaban nerviosos. Se vieron las caras, se miraron fijamente y se abrazaron en medio de un gran silencio. No tuvimos la agilidad de plasmarlo en una fotografía –nos quedamos paralizados- pero esa imagen es imborrable. Después de pasar juntos años de cárcel en la isla de El Frontón en el Callao y después de muchos años de exilios y trayectorias políticas se reencontraban en Madrid. Un hecho histórico indudablemente.

Ya en Anticapitalistas seguimos con nuestros encuentros que fueron espaciándose más con el devenir del tiempo. Pero mantuvimos nuestras reuniones, nuestras citas y siempre partíamos de Perú. Un repaso a la actualidad, ver las alternativas y cómo iba las organizaciones sociales, populares, campesinas e indígenas.

Pero también abordamos la realidad en la que vivíamos. Nuestra presencia en Podemos nos arrancó mucho tiempo de reflexión. Coincidimos en las razones de nuestra salida. Y me preguntaba mucho por el devenir de muchas compas nuestras, que se habían quedado en el camino, en esa tortuosa ruta de Podemos.

Una de las experiencias de más grato recuerdo que tengo con Daniel es nuestro encuentro compartido de horas, cada día, por más de dos años. Trabajé con él, codo a codo, y allí me enseñó las claves básicas para abordar las tareas de organización.

 

Las enseñanzas de Daniel

Autor también de «Memorias de un militante internacionalista» (2014) y otros libros y artículos, con Daniel aprendí a ser meticuloso, organizado, disciplinado, a observar y actuar y siempre con una sonrisa. Recuerdo muy bien cuando me llevó al Corte Inglés para situar una estafeta de Correos. Mientras caminábamos me explicaba el sentido de los pasillos, su composición, sus salidas y entradas, cómo calcular los tiempos y los pasos y la mejor manera de salir del atolladero. Y yo le decía: “pero si yo me pierdo aquí, gallego”. Y me respondía: “por eso te explico y presta atención. Si un día tienes que hacer una acción, que lo sepas”.

Así era el Gallego.

 

La despedida

El pasado 26 de noviembre de 2022, a eso de las cuatro de la tarde, bajo un sol envidiable en la sierra norte de Madrid, en presencia de nuestro querido amigo y compañero de mil batallas, Ruso, y el amigo Willy de CTXT, hablé con el gallego. Tenía interés en concertar una reunión en su casa. Y me dijo: “pues date prisa porque en unos días me voy a la residencia”. Hablamos de un proyecto que sigue pendiente.

Cuando Ruso nos comunicó que la cosa se ponía fea, grabé un mensaje que Daniel escuchó entusiasmado.

En el velatorio Ruso me dijo que el Gallego estaba muy contento de la labor que estaba haciendo por Perú. Y eso me emocionó y llegó al alma.

A Daniel, el Gallego, el Ché Pereyra lo llevo en el corazón. Seguiré –como siempre lo he hecho- sus consejos, seguiré preguntándome cosas y seguiré reflexionando y hablando con él.

Gracias, Ché. Que la tierra te sea leve, camarada. Tierra o Muerte. ¡Venceremos!

Escrito por:

Pepe Mejía
Periodista todo terreno. Activista social. Anticapitalista 100x100. Amante de las lecturas, las músicas del mundo y en especial el flamenco. Disponible para subvertir el orden.
Comparte: