Nace tras la Revolución francesa del sentimiento de fraternidad entre quienes padecían condiciones de vida similares y querían unir sus destinos desde la ayuda mutua y la solidaridad allende las fronteras. Compartido por las corrientes obreras radicales (anarquistas, blanquistas, marxistas…), conducirá a la formación de la AIT en 1864. Sus partidos, sindicatos, cooperativas y sociedades reflejarán la heterogeneidad social e ideológica de la época al modo de los foros sociales de hoy. Las luchas entre bakuninistas y marxistas llevarán a su disolución tras la Comuna de París.

Vieja y probada táctica…

A diferencia de la AIT, con la II Internacional asistimos a una nacionalización que responde a un crecimiento orgánico de la clase y a su conquista de posiciones sindicales y parlamentarias, sobre todo por el SPD alemán. La burocratización que denunciará Rosa Luxemburgo, las ilusiones del « progreso » y la penetración del racismo y el nacionalismo propagado por el imperialismo conducirán a la « unión sagrada » de la Gran Guerra (1914-18). « Proletarios del mundo uníos en tiempos de paz y mataros en tiempos de guerra » sentenciará Rosa.

« Pan, paz y tierra »

No tod@s capitularon. Un puñado de internacionalistas se unieron contra la guerra en Zimmerwald y Kienthal : primero por la paz y luego por transformar la guerra en revolución mundial. Octubre del 17 confirmó esa esperanza : primera ruptura con el capitalismo y punto de apoyo para reconstruir el movimiento obrero mundial. Era un mensaje universal -paz sin anexiones y vida digna para tod@s- y un proyecto encarnado en la Internacional Comunista de los primeros 4 congresos. En ella confluyeron las corrientes que apoyaban el poder de los soviets y su extensión. Sus 21 condiciones de adhesión parecen sectarias hoy, pero entonces expresaban la lucha contra el reformismo y el mililitarismo y por nuevos partidos disciplinados al calor de la lucha por el poder. La victoria de Stalin en la URSS transformará, no sin resistencias, la IC en instrumento de su oportunismo diplomático –origen de no pocas revoluciones traicionadas, derrotadas o abortadas-.

Media noche del siglo

La capitulación sin apenas lucha de la clase obrera más masiva, organizada y culta del mundo ante Hitler es la peor catástrofe de la Historia. Como advertirá Trotsky, sinónimo de nueva guerra mundial, de intento de arrasar la URSS y punto de no retorno de una Comintern en buena medida responsable.

Las victorias concomitantes de Stalin y Hitler condenarán al internacionalismo revolucionario al exterminio, a la clandestinidad o al éxodo durante décadas en los márgenes del movimiento obrero. La lucha de campos y bloques, los compromisos nacional-keynesianos y la razón de Estado bloquearán en buena medida la lucha de clases hasta que las luchas anticoloniales, los levantamientos antiburocráticas del Este y la radicalización de la juventud resquebrajen el edificio de Yalta en los 60 y 70. El surgimiento de nuevas direcciones revolucionarias (en Yugoeslavia, China, Cuba…) romperá el monolitismo, pero sustituirá un « mesianismo nacional » por otro sin reconstruir un centro internacional comparable a la Komintern de los años 20. El Che lo intentó heroicamente apoyándose en Cuba y Vietnam, pero tropezó con las contradicciones de, y denunció los conflictos entre, los países del « campo socialista ».

Travesía del desierto y brecha del 68

Sólo una minoría comunista agrupada en la IV Internacional mantenía una práctica internacionalista concreta desde su modesta estructura, conquistando un espacio en la solidaridad internacional (sostén de la Revolución argelina, campaña por Vietnam, apoyo decidido a la Revolución cubana…), entre la juventud (movimiento estudiantil, movimiento guerrillero en Latinoamérica) y, tras mayo 68, en el movimiento obrero.

Cambio de época

Guerras entre « países socialistas » como China y Vietnam, aplastamiento de revueltas antiburocráticas –Budapest, Praga, Gdansk- en nombre del « internacionalismo proletario », dolorosas derrotas (los golpes en el Cono Sur y Centroamérica) y restauraciones capitalistas (Países del Este y China) machacaron  a fondo el internacionalismo militante. Llegó el ONGismo despolitizado y el humanitarismo « sin fronteras »… Tras el « fin de la Historia » decretado por un charlatán llamado Fukuyama, la oposición al neoliberalismo y la austeridad, la deuda y la globalización, así como el ascenso del movimiento campesino y la lucha contra el nuevo imperialismo sentaron las bases del movimiento antiglobalización y la indignación global de este principio de siglo. Pero el movimiento obrero sigue a la defensiva -cuando no en descomposición- en todos los frentes y la izquierda internacionalista está condenada a reconstruirse pacientemente, ganando a una nueva generación, si pretende derrocar a un capitalismo putrefacto, pero muy agresivo y mejor armado.

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