NACIÓN ROJA DEVORADA POR UN COCODRILO

Taoyateduta debería ser recordado por ser el líder de una nación roja y no por haber cedido tierras de los sioux al hombre blanco, tierras sobre las que asentarían cloacas, piedras, albañiles y rascacielos con el nombre de Minneapolis.

Supongo que, después de todo, se habría cansado de tanta sangre, habría cedido el aire, espacios, ramas y maderas para ganar paz, aunque nunca más pudiera reconocerse en los espejos, en las cascadas y en los lagos.

Pero lo que nunca hubiera imaginado es que, después de dos siglos, el espíritu de su nación roja se hubiese vuelto oscura y aún siga sangrando a orillas del Missisippi, devorada por las fauces del desprecio de un cocodrilo sinuoso y granate.

(Carmen Nuevo Fernández, “Verso Fuster”)

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