Joana Bregolat | Centenares de activistas climáticos se han atrincherado en un campamento de protesta en Lützerath, un pueblo abandonado al oeste de Alemania, ante la orden de un tribunal local de desalojar la zona para empezar los trabajos de ampliación de la mina Garweiler II, propiedad del gigante energético RWE.

La propuesta de expansión de la mina ha estado ampliamente criticada y, desde hace dos años y medio, se ha materializado en la ocupación del pueblo y sus alrededores por activistas climáticas -habitando en casas vacías, creando barricadas y casas en los árboles, y recuperando sus tierras de cultivo-. El 11 de enero la lucha contra la expansión de la mina escaló, llevando el conflicto en el epicentró de la lucha contra el capital fósil, tras la creciente presencia policial en la zona y el inicio de madrugada del desalojo. Las activistas presentes en Lützerath han declarado que están dispuestas a arriesgar sus vidas para impedir la nueva explotación de reservas carbón.

 

Lützerath, una zona a defender

Desde 2013, Lützerath y los pueblos que se encuentran alrededor de la mina Garweiler II han estado en el radas de activitas climática tras que el Tribunal Constitucional alemán dictaminara que la ampliación de la mina de lignitio a cielo abierto que amenazaba el territorio es un proyecto energético importante de interés público. Esta sentencia abrió la puesta a la reubicación de sus habitantes –ya que la explotación se situa a escasos metros de las casa del pueblo– y, en respuesta, a la ocupación por parte de activistas climáticas. 

La ZAD de Lützerath, pues, es una resupuesta organizada frente a una política extractivista privada fomentada por el Estado alemán que comprende la zona como un territorio de sacrificio para el garantizar la extracción de beneficios del capital fósil. La ocupación actua como doble propuesta estatégica: paralizar la expansión de la megaingraestructura fósil y mediatizar el conflicto para acrecentar la movilización. 

 

La lucha por el subsuelo

Distintos informes geológicos apuntan que, bajo las tierras de Lützerath, se encuentran cerca de 280 millones de toneladas de lignito. Está reserva se situa a una distancia escasa de la mina a cielo abierto de Garzweiler de RWE, de ahí el interes de poder sumar la reserva a su explotación. 

Los activistas climáticos esperaban que la entrada en el Gobierno alemán de Los Verdes, hace un año, paralaizara el proyecto y pusiera fin a la decisión del tribunal. En lugar de ello, llegaron a un acuerdo con RWE para adelantar ocho años, hasta 2030, la eliminación progressiva del carbón en la región dónde se encuentra Lützerath, frenando la demolición prevista de cinco pueblos desalojados y sacrificando sólo Lützerath, como parte de sus planes de expansión. Tras este acuerdo, vendido como una victoria política para la descarbonización de Alemania, estudios independientes han desvelado que el acerdo no reduce el total de emisiones que produciria el plan inicial –solo lo reduce a un perído de tiempo más corto– y sigue implicando una ruptura con los presupuesto de CO2 acordados por el estado en los Acuerdos de Paris. 

Así, la disputa por el subsuelo se ha materializado en un acuerdo que muestra el precio ambiental que Los Verdes están dispuestos a pagar por la concertación y estabilidad con el capital fósil. RWE espera sacar un beneficio de varios billones de euros adicionales por la intensificación de la explotación minera y recibir una compensación de 2.800 millones de euros por una salida anticipada del carbón, más subvenciones adicionales.

 

El futuro que vendrá

El movimietno Lützi Bleibt –que se traduciría como Lützi se queda– que habitan en el pueblo tienen clara la amenaza que supone la ampliación de la explotación minera de lignito. No solo para Lützerath, sino para el conjunto del planeta. Sostienen que los planes de RWE y los acuerdos con el gobierno ponen situan en Alemania en dirección contraria a las políticas necesarias para hacer frente a la crisis climática; además, de profundizar en el model fósil de quema de carbón, que es una de las fuentes de energía más contaminantes. 

El enfrentamiento esta última semana ha pasado por diferentes fases, desde la resistencia al aumento de presencial policial a la acción directa de evitar el desalojo de las activistas. Entre las acciones, ha destacado táctica de algunas activistas que han hecho un túnel subterráneo para retrasar el desalojo y la excavación de la mina a cielo abierto. Una acción de alto riesgo extramadamente eficaz de largo recorrido en el Reino Unido. 

https://twitter.com/seanpwcurrie/status/1613567005688209408?s=20&t=_PVhzBkV9-iPtBmdri3SAw

El salto de la notícia a escala internacional ha hecho que, durante la semana, activistas climáticas de distintos estados europeos se hayan desplazado a dar apoyo a Lützi Bleibt, y haya crecido las muestras de solidaridad global hacía ellas. 

El resultado del enfrentamiento es incierto, pero, tal como recoge Climáximo en sus redes: “quién considere victoriosa la movilización de miles de políticas a un pueblo perdido en medio de la nada para abrir otra mina de carbón, es que no entiende cómo esta aberración marca otro fin de la normalidad. No es posible retroceder, por muchos políticas, dinero y políticos corrompidos hasta la médula que se arrojen sobre el problema”. 

Escrito por:

Joana Bregolat
Investigadora, activista ecofeminista y militante de Anticapitalistes.
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